Todos los días nos despertamos con el firme propósito de sentirnos las personas mas felices y realizadas del planeta, pero en muy pocas ocasiones lo conseguimos. Nuevas tecnologías a nuestro alcance, coches de altas marcas financiadas en interminables cuotas, o estilos de vida que en la mayoría de casos se escapan a nuestras posibilidades reales, se convierten en algunos de los ejemplos que tenemos las personas de llenar ese vacío que en ocasiones deja la falta de felicidad.   Y no es el hecho de que la gente no pueda presumir de conducir buenos coches o de utilizar móviles de ultima generación, sino todo lo contrario, y es que sin quererlo, se desperdician multitud de momentos al día que en otras condiciones, podrían reportar un estado de bienestar mas natural y placentero que el conseguido por dichas pertenencias materiales.

¿Pero por qué se comporta así la sociedad? ¿Por qué es tan importante demostrar lo felices que somos a los demás? La respuesta es compleja y son varias las explicaciones que se pueden dar a estas preguntas. Cada vez interesa más  que la mayor parte de la población piense y se comporte de una manera similar, homogénea, con fines puramente económicos y consumistas. El público al que va dirigido la multitud de productos comerciales que se ofertan, tiene que ser lo mas parecida posible, con el único objetivo de mostrar que la felicidad que no consiguen a diario ellos por sus propios medios, la pueden conseguir con sus productos. Y es en este escaparate, del que todos formamos parte,  donde mas necesario se hace el intentar destacar sobre el resto de las personas.

La felicidad no reside en las posesiones, ni en el oro, la felicidad habita en el alma. Demócrito

El como hacerlo es sencillo, y si disponemos de redes sociales, aun más, convirtiéndose estas en el medio más popular y de mayor uso para demostrar esa aparente felicidad. Colgar la foto con tu pareja con un bonito paisaje de fondo, lo bien que juega tu hijo al fútbol, o lo que gastamos en ocio cultural, son solo unos ejemplos de lo que muchas personas hacemos para demostrar que disponemos de ese cierto nivel económico y social por encima del resto.

Para revertir esta situación y conseguir generaciones donde los material quede en segundo plano en referencia a lo emocional, es  importante educar desde la infancia en distintos aspectos:

  • valores donde prime más lo emocional que lo material
  • enseñar que la felicidad no depende de la opinión de los demás, sino del concepto que tengamos de nosotros mismos
  • que la autoestima de los mas pequeños no se construya sobre la frustración de los demás
  • educar en inteligencia emocional
  • tolerar la frustración como forma natural de desarrollo humano, y parte importante del aprendizaje
  • guiar en el aprendizaje de saborear y alegrarse de las pequeñas cosas que ocurren diariamente, y que en la mayoría de los casos pasan desapercibidas
  • compartir tiempo con los mas pequeños de la casa, donde el tiempo se convierta en motivo de felicidad

Ademas de todo esto, es muy importante enseñar desde muy temprana edad que la tristeza forma parte de la esencia del ser humano, siendo una emoción igual de sana y natural que la alegría o el resto de emociones, y la cual no debería de ser evitada en la mayoría de los casos, costumbre muy arraigada en los países occidentales, y que se tiende a repetir de generación en generación al considerarse erróneamente como sinónimo de debilidad humana.

Jesús Padilla. Psicólogo A-02266